- Área: 400 m²
- Año: 2011
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Fotografías:Mauricio Fuertes, Marc Torra Ferrer
Hace aproximadamente ocho años, cuando Lagula Arquitectes era apenas el proyecto común de un grupo de amigos, iniciamos nuestra relación con el PGA Golf de Caldes. Tras ganar un concurso iniciamos el desarrollo y la posterior construcción en asociación de un hotel de cuatro estrellas en el incipiente desarrollo urbanístico del Golf.
Jon Montero, miembro del jurado de aquel concurso y posteriormente co-director de la obra del hotel, definió en aquel momento unas primeras premisas acerca de cómo debían ser las arquitecturas que se emplazasen en aquel lugar. El diseño conceptual del golf se debía articular en torno a la versión mediterránea de la arquitectura del movimiento moderno, localmente definida en su inicio por los miembros del GATPAC y posteriormente revisada por los miembros del Grupo R.
Bajo estas condiciones, la casa en La Vinya busca un equilibrio tenso. Equilibrio con estas solicitaciones formales predefinidas. Equilibrio con la duda acerca de qué debe ser y cómo se ha de vivir en una casa de cierto standard. Finalmente, equilibrio con la disposición de una pieza arquitectónica, más aún una vivienda, en la tensión entre naturaleza y artificio existente en un Golf.
Asumiendo las solicitudes formales antes comentadas con una cierta ironía, la casa busca remitir a los orígenes de los orígenes. Así, aún antes de referirse a la modernidad mediterránea, el proyecto se fundamenta en un cierto palladianismo evidente en el ritmo y visibilidad de sus elementos estructurales y en su dispositivo de acceso. Este se produce introduciendo el vehículo directamente en la casa, a cota elevada sobre un patio-mirador. Dentro del marco general que recoge y define la casa, remite tanto a determinadas arquitecturas vicentinas como a la tradición moderna de las “case study houses”.
En paralelo, la definición formal de la casa esquiva los criterios casi booleanos de modificabilidad de la estructura subyacente propios de algunos proyectos de la post modernidad blanca. Bajo el marco general, la casa se define mediante su estructura, nervaduras, pilares, jácenas y cantos que definen espacios abiertos o cerrados. Abiertos o cerrados son indistintamente casa. Esto uso tridimensional de la arista permite vaciar la casa sobre la piscina, produciendo un triple espacio de vacío que descompone la unidad volumétrica superior.
La organización del programa bascula también en este origen duplicado. El programa invierte su estructura convencional en este tipo de viviendas. El acceso directo se produce por los elementos comunes de la casa en planta superior. Un marco blanco define los bordes de este programa común independientemente de sus grados de oclusión, permeabilidad y cerramiento. Bajo ella, oscura y en conexión con el terreno se dispone la zona de dormitorios. De nuevo asoma Palladio en la disposición en simetría inflexionada del programa de habitaciones de la planta inferior y en el orden del programa servidor y servido, evidenciados volumetricamente en fachada. Por el contrario, la relación de los espacios con el exterior y la disposición de la piscina remiten a un uso moderno.
Para disponer una pieza de este tipo en un paisaje de naturaleza artificial, se travisten mecanismos del land art. Como en una versión mediterránea, masiva y texturada de Donald Judd, el edificio enmarca el paisaje. Una chimenea sobredimensionada asoma irónicamente sobre lo que podría ser un cielo enmarcado de James Turrell.
La materialidad artificial del golf tiene su reflejo en los muros de contención del basamento de la casa. La intensidad en el uso de la textura de la piedra alisa la textura del volumen superior, acabado mediante un monocapa convencional. Aumentar el gradiente convencional de texturas en viviendas de este tipo permite modificar nuestra percepción habitual, variando el significado de palabras como liso, transparente, o reflectante.
